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El carnaval de Barranquilla: Otra perspectiva más allá de la alegría y la fiesta.

Por: Victor Castellanos

Martes 9 de febrero, la reina del carnaval y casi todos los habitantes del caribe colombiano lloran la muerte de “Joselito carnaval” y con él la finalización de cuatro días llenos de fiesta, color, júbilo y demás placeres, y es que el carnaval es siempre sinónimo de regocijo, de tradición, cultura y demás palabras que asemejamos de forma constante con nuestra “identidad”; pero también parece ser que por momentos nos olvidamos de la gota que no es tan gota dentro de ese mar de satisfacción y alborozo, la violencia.

 

En la ciudad de Barranquilla, epicentro de las carnestolendas fiestas, se presentaron al menos 575 casos de riñas, las cuales dejaron como resultado a más de 410 personas detenidas, 26 por porte ilegal de armas, 41 por asalto a mano armada, entre otros. Las cifras hasta acá parecen ser alarmantes si se entiende que todo esto ocurrió en un “fin de semana largo”, el problema se agudiza cuando en una jugada paradójica de nuestra sociedad se conoce el asesinato de cinco personas en la capital del atlántico durante las fiestas que suponen celebrar la vida, donde la única muerte o tragedia que debería ocurrir es la de “Joselito”.

 

Siguiendo en el recuento desde el lado amargo del carnaval, se registraron 880 comparendos, de los cuales 81 fueron por alcoholemia y según los reportes entregados por el comando de la Policía Metropolitana.

 

Estos datos pertenecen sólo a la ciudad de Barranquilla, escenario principal y protagonista de los más importantes eventos dentro las fiestas, pero el espectáculo caribeño no se limita sólo a la arenosa, sino que ciudades como Santa Marta, Cartagena, Montería y otros municipios aledaños celebran de igual forma el carnaval que por extensión social es parte de toda la región norte de Colombia.

 

Entre los lugares mencionados se encuentra Santa Marta, una ciudad turística y con una gran conexión cultural y geográfica con el distrito de Barranquilla. Precisamente allí, los samarios celebran como si en la puerta de oro se encontrasen; la alcaldía que decreta días cívicos y la población que no para de celebrar son los argumentos para creer que los carnavales son también una fiesta casi que general para muchas más ciudades fuera del perímetro del atlántico.

 

Asimismo como se comparten tradiciones culturales, alegrías y eventos joviales entre estas dos ciudades, la delincuencia y la violencia parecen crecer de manera desmesurada con el inicio de los carnavales. Para esta edición se presentaron casi el doble de muertes con referencia al año pasado, siendo siete los afectados en el 2015 y 13 personas en el presente año, entre los que se registran el suicidio de dos civiles en los municipios de Ciénaga y de El Banco, Magdalena, hechos que contrastan claramente con la concepción alegre y jovial de uno de los carnavales más importantes del mundo 

 

DIRECTORES:

 

Sofía Arzuza 

María Paula Segrera

Andrea Collantes

Liseth Castillo

Laura Gómez

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